“Tenemos un gran problema con nuestro canal comercial, las empresas aseguradoras… no están trabajando en la sucesión…” Así comenzó nuestra conversación por skype con la responsable de Recursos Humanos de una gran empresa aseguradora latinoamericana, que compartía con nosotros su preocupación junto con el Director Comercial. Y este agregó: “Estamos preocupados y queremos colaborar en asegurar el futuro de las empresas más importantes de nuestro canal comercial!”. Pero, ¿qué fue lo que impulsó a este gran grupo asegurador a contactarnos? La motivación: el gran cambio en el mundo del trabajo que llega de la mano de los nativos tecnológicos, afecta, no solamente a las empresas del sector del seguro, sino a todas aquellas cuyo sistema está constituido por una red capilar de pequeñas y medianas empresas de dueño.

Hace años, cuando la familia tenía un negocio, se daba por descontado que los hijos iban a ser los sucesores. El empresario no se preocupaba por la continuidad de la empresa porque daba por sentado que los hijos iban a ocuparse de ella. Por lo tanto, a edad temprana, los jóvenes comenzaban a secundar a sus padres en los avatares del día a día, interiorizándose en los procesos y en las claves del negocio.

Hoy no sucede esto en todos los casos: los herederos están (porque los empresarios siguen teniendo hijos..) pero no quieren convertirse en los sucesores. Se escuchan estas expresiones por parte de los hijos: “Este es tu negocio, no el mío…”, “el mundo del seguro no me interesa”, “en este momento, no quiero trabajar en tu empresa”, “soy tu hijo, no tu empleado…”

Pero, ¿qué es lo que provoca esta “revuelta de los herederos”? El gran cambio en el mundo del trabajo: por primera vez, la gente quiere decidir y quiere trabajar de lo que le da satisfacción y placer. El trabajo, antes considerado sacrificio, pasó a ser una fuente de plenitud. Esta gran transformación significa que toda la gente joven, y no tan joven, está buscando dedicarse a lo que le aporta satisfacción. La fuente de la satisfacción y plenitud no es la misma, cambia según las personas: el tipo de trabajo, la finalidad del trabajo, la modalidad del trabajo… Y es por esto que el trabajo que era valorado por el padre o madre, no es necesariamente el valorado por el hijo o hija. “Este es tu trabajo, yo quiero ser veterinario…”, le dijo el joven hijo de un empresario del mundo del seguro a su padre, cuando éste le planteó que asumiera un rol de responsabilidad en su empresa. El padre replicó: “pero somos líderes en nuestra zona, es un trabajo muy rentable, la empresa funciona muy bien y podrás mantener a tu familia, te lo aseguro…” A lo que el hijo contestó: “sí, pero no es lo que más me interesa, quiero ser veterinario…”

Este escenario genera hoy grandes frustraciones en ambas generaciones: en la empresaria, porque los hijos no optan por la empresa familiar (y esto es percibido en un primer momento como una desvalorización), en la generación de los jóvenes, porque sienten que no valoran sus intereses y decisiones (y los padres están centrados muchas veces en resolver a quién delegan).

A través de nuestra vasta experiencia en el choque generacional y en la problemática de las empresas pequeñas y medianas, hemos identificado los siguientes patrones de comportamiento:

  1. Decrece la atractividad de las empresas de familia: a diferencia de lo que ocurría antes, el negocio familiar pierde atractividad para los hijos. El mandato no “pesa” como lo hacía antes y pueden liberarse de él (“no es mi negocio, es el tuyo…)
  2. Viva el cambio, abajo lo viejo: los nativos tecnológicos son una generación que valora el cambio y que incorpora rápidamente nuevos hábitos. Por otra parte, buscan y valoran la velocidad. Cuando se incorporan a la empresa familiar y prueban a trabajar allí, detectan rápidamente la resistencia a los cambios y este es un factor expulsivo. Por primera vez en la historia los jóvenes tienen algo que enseñar a los mayores: cómo la tecnología impactará en el negocio. Los mayores no están abiertos a hacer participar a los jóvenes, lo que quieren es enseñarles. Gran choque y grandes conflictos. Resultado: los jóvenes se van.
  3. Somos herederos, no sucesores. Los jóvenes valoran la empresa familiar, pero esto no implica que quieran trabajar en ella. Valoran una gestión más profesional. Podrán ser en el futuro accionistas y formar parte de un Consejo de Accionistas, pero no necesariamente quieren trabajar allí. Anteriormente no había diferenciación entre accionista y gerente.
  4. No es necesario sacrificarse. “Trabajo en la compañía a la mañana y luego hago mis cosas”. La tecnología permite trabajar de otra forma y muchas veces esto es interpretado como falta de compromiso por la generación de los padres. Dice el padre: “yo me rompí el lomo trabajando…” Dice el hijo: “no quiero romperme el lomo trabajando…” El mundo del trabajo ocupa otro rol en el siglo del bienestar.
  5.  No vamos a “aguantar”. Dice un empresario: “Le dije a mi hijo que tuviera paciencia, que aprendiera durante unos años y luego iba a tomar la posta y hacer todos los cambios que quisiera…” El resultado: el hijo decidió buscar otros rumbos y forjarse un camino propio.
  6. Como resultado de este movimiento provocado por el gran cambio en el mundo del trabajo, los empresarios se encuentran frente a la disyuntiva de tener que formar, muchas veces, una sucesión profesional. Esto implica seleccionar y formar profesionales para asegurar la continuidad de la empresa.

Volvemos entonces al inicio de esta nota y al planteo del gran grupo asegurador latinoamericano. ¿Qué estrategia plantearon? Decidieron formar a todo su equipo comercial para que fueran asesores de los empresarios de su canal comercial, y los ayudaran a avanzar en el proceso de profesionalización. Invirtieron en una completa formación de “consultores en profesionalización”. Por otro lado, generaron talleres con los empresarios para plantear los temas de herencia/sucesión/gestión/gobierno empresario, y así poder poner las cartas sobre la mesa y empezar a atacar los problemas con nuevas estrategias y planes de acción.

Un buen ejemplo de trabajo colaborativo y de anticipación. Un mundo nuevo que plantea nuevos problemas y nuevas soluciones.

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